“¡La profesora de segundo año es el colmo de conductista!” – Se quejaba otra profesora al director – “¡Esta mañana, la sorprendí dando de palazos a los niños! felizmente, yo no práctico el conductismo…”. La mañana siguiente, la misma profesora que condenaba el conductismo, otorgaba a los niños que habían cumplido con la limpieza del curso fichas, que después canjearían por diferentes premios.
¿Está el conductismo totalmente obsoleto? ¿Ya no sirve para nada? ¿Es posible utilizar el conductismo en cualquier situación? ¿Cuál de las dos profesoras estaba aprovechando las técnicas conductuales?
Ciertamente, el conductismo no pasa de moda, puesto que, muchos padres y profesores lo usan a diario, aún sin notarlo. El caso de la profesora que se jactaba de no ser conductista es un buen ejemplo, pues la misma estaba aprovechando de manera muy efectiva técnicas de reforzamiento de la conducta.
Si bien es cierto que el conductismo fue grandemente criticado, no todas las premisas que propone son desechables. Algunos hablan del conductismo radical y rápidamente se refieren a J. B. Watson, quien en su momento habría declarado que el ser humano no nace, se hace. Es decir, que utilizando refuerzos y castigos, se puede moldear la personalidad de un individuo al antojo de uno.
Es de resaltar que los estudios realizados por Watson tan sólo respondían a las exigencias del momento en materia de metodología científica. Si la ciencia debe estudiar exclusivamente datos empíricos, el objeto de la Psicología tendría que ser observable. La obra de J.B. Watson, negaba la posibilidad de tratar científicamente a aquellos hechos sobre los que no existiera la posibilidad de consenso entre observadores independientes.
Con el paso de los años, las teorías conductistas han experimentado grandes cambios. Así, podemos hablar del neo conductismo metodológico de Hull y Tollman, el cuál participa de la idea de que el comportamiento de un sujeto se debe a procesos que ocurren en su interior y que son de naturaleza diferente al mero comportamiento.
Una de las ideas falsas más extendidas acerca del conductismo es aquella que afirma que éste niega la existencia de los hechos mentales o internos, o al menos les presta poca consideración.
Efectivamente, no somos maquinas ni animales, pero hay situaciones en las que bien vendría utilizar técnicas de modificación conductual, por supuesto, sin rechazar la existencia de procesos mentales. De hecho, muchas veces es la única forma de dar solución a problemas de hábitos que perjudican o son un interfiriente en la vida de muchas personas.
Por ejemplo, un estudiante impuntual que es perjudicado en sus estudios, pues no rinde efectivamente, debido a este acto. Ya se ha intentado de todo, pero nada resulta. Estamos hablando de un hábito, y los hábitos se aprenden. Esta es una conducta que puede aprenderse, y finalmente ser parte del estudiante.
La modificación conductual es una de las maneras más prácticas de hacer uso del conductismo. Los programas de análisis conductual son muy bien utilizados por psicólogos, profesores y padres en cualquier ámbito que así lo requiera. Por otro lado, la mayoría de los autores coinciden en que este tipo de programas, son los más eficaces en la intervención con niños en la educación especial, ya que lo cognitivo muchas veces no resulta ser tan práctico y efectivo como éste.
Si más educadores dejáramos de condenar cruelmente el conductismo, y aprovecháramos correctamente programas como estos, tendríamos enormes resultados en nuestro trabajo diario. Mediante los procedimientos utilizados se pueden obtener cambios visibles e inmediatos desde la primera aplicación.
En fin, cada teoría que a lo largo de la historia hemos conocido y experimentado, no debería ser rechazada en su totalidad. Cada una de ellas trae consigo interesantes postulados que bien podríamos aprovechar. Es el caso del conductismo y cualquier otra corriente parecida. Una buena práctica sería recoger de cada una ¿qué? todo lo positivo, y construir una nueva ¿qué? que integre todos los estudios realizados. Esa la labor de todo interesado en la educación.